La fuerza de la unidad ante el volcán
Compañeras, compañeros:
Escribo estas líneas cuando aún no han pasado dos días de la erupción del volcán en Cumbre Vieja, en La Palma. Sin duda, un auténtico acontecimiento para la historia cuyo último precedente en tierra en Canarias data justo de hace medio siglo, también en la Isla Bonita y con motivo de la erupción del Teneguía (en el municipio sureño de Fuencaliente), dado que la que se produjo en el sur de El Hierro de 2011 fue submarina, en el maravilloso Mar de las Calmas.
En estos momentos, la prioridad absoluta es que, como hasta ahora, no haya pérdidas de vida ni daños personales en La Palma, manteniendo la máxima responsabilidad y cumpliendo las recomendaciones del operativo de seguridad. No obstante, ya está más que claro que las consecuencias materiales van a ser terribles para numerosas viviendas, terrenos de cultivos, empleos en las zonas afectadas y para infraestructuras públicas desaparecidas o dañadas.
Por eso, la segunda prioridad es buscar todas las ayudas posibles desde la UE, con los fondos de solidaridad y otros, el Gobierno estatal, el regional, el Cabildo palmero y los ayuntamientos, para paliar al máximo estos dolorosos daños. Entre otras muchas cosas, para ofrecer cuanto antes alternativas alojativas y todas las posibilidades para que los damnificados de los municipios de El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte dispongan de viviendas que compensen sus enormes pérdidas en el menor plazo posible.
Sin embargo, y aunque en lo anterior estamos enfocando todos nuestros esfuerzos, me permito tomarme un breve respiro para reflexionar sobre algo que se ha evidenciado como nunca en esta crisis volcánica: la unidad y coordinación ejemplar entre las distintas administraciones pública, sin importar colores políticos, pactos diversos (y en el Cabildo de La Palma gobiernan el PSOE y el PP) o personalismos.
Tal vez, el hito más llamativo de esa unidad y de que se ha priorizado como nunca y con la máxima urgencia el interés general lo protagonizó nuestro presidente de España y Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, que retrasó su viaje a la asamblea de la ONU en Nueva York para desviar su vuelo hasta La Palma y asistir a las reuniones del Comité Científico y del Comité Director del Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por Riesgo Volcánico (Pevolca) del domingo 19 de septiembre, día de la erupción, del lunes y el martes siguientes.
Sin duda, fue un gesto que demostró que no hay colores en esta emergencia. Es más, si algo reiteró el presidente en sus intervenciones públicas fue precisamente el ejemplo de unidad y colaboración que estaban dando todas las administraciones ante esta crisis, desde el Gobierno central, al autonómico, el insular y los consistorios, y apoyándose en la ciencia.
Un ejemplo que, en realidad, venía preparándose y demostrándose mucho antes, aunque especialmente desde que, el 11 de septiembre, comienzan los enjambres de terremotos en Cumbre Vieja.
La actuación de los volcanólogos, geólogos, técnicos, fuerzas de seguridad, bomberos, voluntarios, funcionarios públicos, responsables políticos, desde ediles al presidente de España, así como comisarías de la UE, prueba que, más allá de la frivolidad o la lucha política descarnada que caracteriza muchas veces el día a día en nuestro país, la seriedad y el bien común son lo que realmente deben primar ante situaciones de esta gravedad. Eso es lo que realmente reclaman y agradecen los ciudadanos y eso es lo que seguiremos haciendo.
Pedro Sánchez ha dicho que toda España está con La Palma y así lo sentimos. Es muy necesario que este evento natural y sus negativos efectos despierten no solo la sincera solidaridad que ha ido aflorando en estos primeros días hacia los muchos afectados, sino que sirva de elemento de verdadera unión de la sociedad y la política, con mayúscula.