Clavijo, un presidente virtual lejos de la Canarias real

Fernando Clavijo ha protagonizado esta semana uno de los debates de la Nacionalidad más surrealistas  de los últimos años. Ha sido un debate poco beneficioso para nuestra tierra, porque es difícil avanzar en ideas o en propuestas con quien vive en un mundo virtual, con quien está convencido de que las cifras de las listas de espera sanitarias, de la dependencia o de las familias que no reciben ningún tipo de ingreso son parte de la estadística de una Canarias a la que no reconoce.

Fernando Clavijo vive en una tierra que no es la que los Socialistas palpamos. Una Canarias en la que las grandes cifras macroeconómicas no le dejan ver la realidad de un Archipiélago que sigue estando a la cola en cuanto a prestaciones sociales se refiere y que sigue estando a la cabeza en cuanto al desempleo.

El actual presidente del Gobierno habló de una Canarias diferente a la real, de una Canarias virtual creada a modo de videojuego, de esos de los que se reconoce fiel seguidor. Porque la Canarias real no puede permitirse el lujo de que Clavijo dedique líneas y párrafos a los e-sports y ni una palabra a la educación de cero a tres años.

Canarias tiene que mirar hacia adelante pero no puede dejar en ese andar a miles de canarios por el camino. No puede ser que en un debate sobre la Nacionalidad no se hable de las ayudas necesarias para generalizar esa educación, de 0 a 3 años, ni de los desahucios, ni de las miles de familias canarias que están bajo el umbral de la pobreza.

Sufrimos en el Parlamento un discurso agotado y agotador de quienes después de 30 años gobernando en esta tierra se han alejado tanto de ella que ni la reconocen. Se anclan en un análisis autocomplaciente que habla de que Canarias está mejor que hace unos años, pero la pregunta sería para quién está mejor ¿Para Todos? La respuesta por obvia no deja de ser cruel. Mejor para pocos, peor para muchos.

Nos hablan de la próxima firma de un Convenio de Carreteras que debió haberse firmado hace tiempo, dando por buenas las mentiras de un Partido Popular que se escuda en la necesidad de unos presupuestos. Nos hablan de la implantación de un Plan de Emergencias Geriátricas pero no de cómo se va a solucionar el colapso y el hacinamiento en un servicio que ha protagonizado alguna de las imágenes más vergonzosas de los últimos tiempos.

Nos hablan de implantar las energías renovables y a la vez nos informan de inversiones millonarias para generalizar el gas. Nos dicen que batimos todos los récords turísticos pero poco hablan de mejorar las condiciones de las camareras de piso. En definitiva, el pasado martes asistimos a un discurso decepcionante de un gobierno en minoría, absolutamente desenfocado de la realidad de las familias canarias.

Porque en un momento en el que la sociedad de toda España ha salido a la calle para pedir sensibilidad con las pensiones, el Gobierno de CC se niega a complementar, como así lo hacen ya muchas comunidades autónomas, las pensiones no contributivas, aquellas que reciben los que menos tienen.

Canarias está viviendo un final de legislatura perdido. Estamos ante el mayor presupuesto de la historia de Canarias y probablemente también, ante el mayor fiasco. Indudablemente hace falta una Canarias nueva, una política renovada que acabe con este modelo agotado. Un aumento de 1.000 millones de euros en el Presupuesto debió exigir una política social diferenciadora y no limitarse a una inercia que sigue dejando en la cuneta a miles de canarios.

Porque el pasado martes no escuchamos ni una medida fiscal para quienes cobran menos de 14.000 €, aquellos que al no realizar la declaración de la renta quedan fuera de cualquiera de los beneficios fiscales. Ni una referencia a la demandada reforma electoral que mucho nos tememos quedará escondida bajo el silencio cómplice del Partido Popular.

Lo mejor de esta semana es que apenas queda un año para que la Canarias real tenga una oportunidad, con un gobierno nuevo que desde ideas progresistas pueda generar un verdadero cambio social en esta tierra.